LOS LÍMITES DE LA EUTANASIA
Aquellos países que admiten la eutanasia activa (Bélgica, Luxemburgo) o esta y el suicidio asistido (Holanda) empezaron regulando estas situaciones como algo excepcional. Pero, con el paso del tiempo, se fue disparando su aplicación y empezaron a surgir en torno a ella nuevas cuestiones.
Primero fue la extensión de los casos de eutanasia al sufrimiento no sólo físico sino psíquico. Este último resulta más difícil de calificar: ¿Cuándo es intolerable el sufrimiento psíquico? A nadie se le escapa que el enfermo terminal que no va a recuperarse y sufre mucho dolor puede experimentar un sufrimiento intolerable; también podría sufrirlo una persona aquejada de una parálisis casi completa de su cuerpo (todos tenemos en nuestra mente a Ramón Sampedro en su cama); pero ¿y aquél que padece depresión? ¿cómo se juzga su sufrimiento? En 2014 se estimó en Suiza, por ejemplo, que la inadaptación a las nuevas tecnologías puede implicar sufrimiento a los efectos de acceder al suicidio asistido.
¿Y aquél al que se le ha detectado una demencia progresiva? En primer lugar está la cuestión, claro, de si su consentimiento es válido en estas circunstancias. En un primer momento, cuando todavía el enfermo es capaz de decidir, sería dudoso si el sufrimiento es intolerable. En una segunda instancia, la enfermedad priva al paciente de la capacidad de decidir, a menos que hubiera manifestado su voluntad en este sentido anticipadamente.
Pero ocurre, además, que en tales situaciones de sufrimiento psíquico cabe plantearse si el sufrimiento que padecen estos pacientes podría haber desaparecido de aplicarles el tratamiento adecuado o de haber encontrado un adecuado diagnóstico de su enfermedad.
También se plantea si la eutanasia debe estar abierta a los menores que padecen ese sufrimiento intolerable y quién decide por ellos (se ha hablado mucho, por ejemplo, de los bebés con espina bífida).
Y continúa el debate con el choque entre el derecho a decidir del paciente y ¿el derecho a decidir de los médicos? En los países que admiten la eutanasia desde hace tiempo han saltado las alarmas, pues se advierte que un número importante de eutanasias se practican por los médicos sin consentimiento actual o previo del paciente y sin que quede constancia de ellas como tales eutanasias.
Incluso, se ha abierto recientemente un debate aún más espinoso y es el de la eutanasia activa o el suicido basados en el deseo de la persona que, sin estar muy enferma, sin padecer un gran sufrimiento, entiende que no goza de una calidad de vida suficiente y que ha llegado, a su juicio, el momento de dejar de vivir. Este debate se ha planteado sobre todo en Holanda, que ha acuñado el concepto de “vida completa”, al igual que en Suiza se habla de “cansancio vital”.
Esta forma para algunos de “suicidio asistido” se ve con gran desconfianza por otros, sea por razones religiosas, sea porque roza la idea, contraria a toda ética, de que ciertas personas “sobran” en la sociedad en la que viven, sin olvidar lo fácil que pudiera ser en ciertos casos influir en la voluntad de la persona (mayor, más o menos dependiente) que dice querer morir. Muchos estarán pensando en ciertos libros de ficción que nos presentaban un futuro sólo para jóvenes bellos y sanos.
Para otros, sin embargo, es lo contrario: vivir en condiciones que uno considera lamentables y no poder ponerle fin se ve como algo contrario al derecho de la persona a morir con dignidad. Existe en Holanda, y lo cito porque es significativo, una asociación cuyo nombre dice suficiente acerca del estadio en que se encuentra el debate público en este país: “Asociación holandesa para un final de la vida libremente decidido”. Sus asociados alcanzan una cifra escalofriante.
Y hablando de organizaciones que ponen de manifiesto un cambio de mentalidad en la sociedad europea, no puedo dejar de mencionar tres organizaciones suizas cuyo objeto es dar auxilio a aquellos que desean suicidarse cuando padecen graves enfermedades físicas y mentales e incluso, personas cansadas de vivir: EXIT, AMD y DIGNITAS. Esta última, dirigida a los extranjeros que van a morir a Suiza, de los cuales, una buena parte son alemanes. Lo que desean quienes acuden a estas organizaciones no es necesariamente que se les ayude a morir, sino la seguridad de que se les ayudará a morir si su enfermedad se vuelve incurable.
Y mientras en muchos países del mundo esta cuestión, la eutanasia, no se menciona a no ser para penalizarla y en la calle se considera incluso contraria a los derechos humanos, en Europa la tendencia es cada vez más aperturista y, sobre todo entre los más jóvenes, el derecho a morir con dignidad se va postulando como un derecho más.
LA SITUACIÓN EN ESPAÑA RESPECTO A LA EUTANASIA
En España, en una encuesta de Metroscopia en 2017, el 84% de los encuestados se manifestaba partidario de la eutanasia en caso de enfermedad incurable; en la última encuesta de Metroscopia, de 2019, le da un apoyo del 87% de la población,
En una encuesta que se hizo en 2015 para “The Economist” en 15 países europeos, España figuraba en cuarto lugar en apoyo social a la eutanasia después de Bélgica, Francia y Holanda.
Entre los sanitarios, encuestas muy recientes le dan apoyos por encima del 65%. Sin embargo, la Organización Médica Colegial, la Iglesia católica y el Comité Español de Bioética están en contra. Las asociaciones de pacientes no tienen una postura unívoca.
El Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU muestra su preocupación por que ley llegue a amparar y se pueda abusar de la eutanasia en caso de discapacidad grave, al mencionar el proyecto «el sufrimiento intolerable que puede causar una situación imposibilitante».
Situación que según las definiciones que recoge la futura ley hace referencia a «una persona afectada por limitaciones que inciden directamente sobre su autonomía física y actividades de la vida diaria, de manera que no pueda valerse por sí misma, así como sobre su capacidad de expresión y relación, y que llevan asociado un sufrimiento físico o psíquico constante e intolerable para la misma, existiendo seguridad o gran probabilidad de que tales limitaciones vayan a persistir en el tiempo sin posibilidad de curación o mejoría apreciable. En ocasiones puede suponer la dependencia absoluta de apoyo tecnológico».
Sea como fuere, tras algunos intentos fallidos planteados antes por Podemos o Ciudadanos, la nueva ley en España abre un camino que debemos aprender a recorrer recogiendo la experiencia de otros países que antes que nosotros han recorrido con la esperanza de no cometer los mismos errores. Lo que es innegable es que en el Pleno del Congreso el proyecto ha obtenido un amplio respaldo, con 198 votos a favor, 138 en contra y 2 abstenciones.
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